Una de Terror
Abro los ojos en medio de una oscuridad casi total, solo el tenue brillo del reloj que anuncia las 3:06 am ilumina la habitación, sintiendo una enorme inquietud me incorporo y busco a tientas el interruptor de la lámpara de mesa, lo enciendo y un inesperado resplandor esparce sombras en la habitación al tiempo que anuncia que la bombilla se ha fundido.
Una enorme inquietud me invade mientras permanezco tendido en la oscuridad, de pronto, la noche se llena de ruidos extraños, ajenos al lejano clamor de la ciudad en la madrugada, se advierte un latido que no debería estar ahí, las familiares formas de mi habitación de pronto vibran como si tuvieran vida, se tornan amenazantes obligándome a salir de ahí para buscar aire.
Al salir al descansillo de las escaleras me persigue la misma inquietud, la misma sensación de peligro, un ruido en la planta baja hace que se me erize la piel y un sudor frió como nunca antes había sentido comienza a recorrer mi espalda. Todo es silencio, el tiempo parece haberse detenido, una sensación de ahogo me indica que tengo que volver a respirar, mi corazón late alocadamente en mi garganta y me recargo en la pared para reponerme no se de que.
Nuevamente se percibe movimiento en la planta baja, regreso veloz a la habitación y tomo el revolver que descansa en el cajón del buró, su contacto frío y pesado en mi mano no me proporciona ningún aliento, respiro profundamente y me encamino sin mucha convicción hacia las escaleras, inicio el descenso con el acero mortal delante de mi, conforme avanzo siento que desciendo a las tinieblas y que a cada paso que doy, si es posible, la oscuridad se va volviendo densa, cobrando cuerpo, pegándose a mi con una sensación desagradable que infunde desaliento.
Con la mano libre voy tanteando la pared buscando el interruptor, no se cuantos escalones he descendido, no se cuantos faltan, me parece que llevo toda la vida atrapado en este descenso, el revolver tiembla violentamente en mi mano y no se por que no me atrevo a detenerme, debo avanzar, debo seguir, debo saber que es lo que ha invadido mi hogar.
Una enorme inquietud me invade mientras permanezco tendido en la oscuridad, de pronto, la noche se llena de ruidos extraños, ajenos al lejano clamor de la ciudad en la madrugada, se advierte un latido que no debería estar ahí, las familiares formas de mi habitación de pronto vibran como si tuvieran vida, se tornan amenazantes obligándome a salir de ahí para buscar aire.
Al salir al descansillo de las escaleras me persigue la misma inquietud, la misma sensación de peligro, un ruido en la planta baja hace que se me erize la piel y un sudor frió como nunca antes había sentido comienza a recorrer mi espalda. Todo es silencio, el tiempo parece haberse detenido, una sensación de ahogo me indica que tengo que volver a respirar, mi corazón late alocadamente en mi garganta y me recargo en la pared para reponerme no se de que.
Nuevamente se percibe movimiento en la planta baja, regreso veloz a la habitación y tomo el revolver que descansa en el cajón del buró, su contacto frío y pesado en mi mano no me proporciona ningún aliento, respiro profundamente y me encamino sin mucha convicción hacia las escaleras, inicio el descenso con el acero mortal delante de mi, conforme avanzo siento que desciendo a las tinieblas y que a cada paso que doy, si es posible, la oscuridad se va volviendo densa, cobrando cuerpo, pegándose a mi con una sensación desagradable que infunde desaliento.
Con la mano libre voy tanteando la pared buscando el interruptor, no se cuantos escalones he descendido, no se cuantos faltan, me parece que llevo toda la vida atrapado en este descenso, el revolver tiembla violentamente en mi mano y no se por que no me atrevo a detenerme, debo avanzar, debo seguir, debo saber que es lo que ha invadido mi hogar.
El interruptor aparece en la pared y lo acciono con desesperación, nada, la oscuridad persiste, el pánico se apodera de mi y frenéticamente acciono el interruptor una y otra vez, hasta que de pronto, perezosa, la luz comienza a hacerse presente, se ve amarilla y sucia, pero de todos modos aleja a la renuente oscuridad, tomo un segundo para tranquilizarme y sin atreverme a bajar el último escalón inspecciono la planta baja, todo parece en orden, los latidos de mi corazón se normalizan y sonrío pensando en lo tonto que soy. La luz se apaga y el terror mas puro se apodera de mi al sentir que alguien me aprisiona desde la espalda, me revuelvo desesperadamente pero el abrazo es demasiado fuerte, demasiado sólido, demasiado real, entonces un ultimo resplandor me permite identificar a mi captor cuando bajo la vista y veo al lado de mis pies una pata de gallo y una de cabra que abren definitivamente mi viaje sin retorno a la locura y la oscuridad....
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